sábado, 14 de junio de 2008

¿Cuanto ganas?


¿Cuánto ganas al día?
- Papi, ¿cuánto ganas por hora? - con voz tímida y ojos de admiración,
un pequeño recibía así a su padre al término del trabajo.
El padre dirigió un gesto severo al niño y repuso: - Mira hijo, esos
informes ni tu madre los conoce. No me molestes que estoy cansado.
- Pero papi, -insistía- dime por favor ¿cuánto ganas por hora?
La reacción del padre fue menos severa. Sólo contestó:
- Cuatro soles por hora.
- Papi, ¿me podrías prestar dos soles? - preguntó el pequeño.
El padre montó en cólera y tratando con brusquedad al
niño le dijo: -
Así que, esa era la razón de saber lo que gano. Vete a dormir y no me
molestes, muchacho aprovechado.
Había caído la noche. El padre había meditado sobre lo sucedido y se
sentía culpable. Tal vez su hijo quería comprar algo.
En fin, descargando su conciencia dolida, se asomó al cuarto
de su hijo. Con voz baja le preguntó al pequeño:
- ¿Duermes hijo?
- Dime, papi - respondió entre sueños.
- Perdóname por haberte tratado con tan poca paciencia; aquí tienes el
dinero que me pediste, - respondió el padre.
- Gracias papi - contestó el pequeño y metiendo sus manitas debajo de
la almohada, sacó unas monedas.
- Ahora ya completé. Tengo cuatro soles. ¿Me podrías
vender una hora de tu tiempo? - preguntó el niño.

sábado, 7 de junio de 2008

Mis amigos los enemigos...

Hoy quiero hacer una pequeña reflexión sobre la amistad y su ruptura. Hay algunos clásicos que ya aconsejan que el mejor amigo pueda llegar a convertirse en tu peor enemigo, otros dicen que la mejor relación humana es la de la amistad. Otros piensan que entre hombre y mujer nunca puede existir una buena amistad, si son heterosexuales y alguno de ellos siente atracción por el otro, imagino. He tenido y tengo buenos amigos, pero también entre ellos tropecé con buenos enemigos, antes amigos, sino no serian de los buenos, serian más bien enemiguillos de poca monta, de bajo linaje, de bajos fondos, porque como enemigo cualquiera es válido. “Pocos son los que te pueden ayudar y muchos los que te pueden dañar”.
Otros aconsejan no llegar nunca a la ruptura con el enemigo, y yo estoy con esos, lo confieso. Por que de ella lo primero que sale perjudicado es la reputación de uno. Decía mi querido y tan recurrido Don B. Gracián “De los amigos ofendidos salen los peores enemigos”. Gente que siempre critican a todos y a todo: por falta de previsión al principio, por no detenerse al final, y, siempre, por falta de cordura y sensatez. Es entonces cuando sin ruptura se puede disculpar o permitir un alejamiento inevitable y sano, sin violencia. Una buena retirada a tiempo es siempre un triunfo, y en este caso sería para las dos partes.


Fuente: http://sonri.blogspot.com/2007/11/mis-amigos-los-enemigos.html


jueves, 1 de mayo de 2008

Reflexion sobre la muerte...


¿Morir?
Este artículo está dedicada a cada ser humano que está muriendo, tiene una enfermedad terminal, a quien le teme a la muerte, a los que estamos vivos, pero moriremos y a los que están muertos en vida.
Tengo 5 meses pensando en la muerte, se me ha aparecido de diferentes maneras y quería compartir este pensamiento con ustedes. Por un tiempo pensé que tal vez era una preparación para asumir mi muerte cercana, pero les digo estoy sana y feliz. Así que no entendí porque en mi alma la idea me rondaba continuamente.
Cuando tenía como 13 años, cuando oía de la muerte de algún amigo de mi papá o lo veía en la televisión, se me hacía irreal, lejana y sentía que a mí nunca me pasaría.
Luego con los años, mi mente asumió que algún día remoto moriría, pero mi alma no lo compendió hasta hace poco.
El problema es no aprovechar el tiempo que tenemos de vida.
Viví siempre con la idea de aprovechar al máximo todo, porque la vida es corta, se acaba y hay que darnos calidad de vida, amor, alegría.
Pero hace 5 meses, mi alma asumió la muerte. Al principio la vi como mi enemiga, me quitaría el amor de mis seres queridos, me quitaría el sentir, el tocar, el expresar amor, correr, saltar, reír, mirar el mar, sentir tristeza, dolor. Me quitaría todo. Y eso me desesperaba.
Pensarán que cual es la necesidad de atormentarme con esas ideas. Ahora luego de haberme peleado con ella, odiado y aceptado, les digo que la muerte es mi mejor amiga, es la que todos los días me recuerda sonreír, soñar, correr, saltar, respirar, perdonar, amar con toda mi alma sin miedos y con todo lo que puedo dar, si me lastiman por lo menos fui capas de dar, de entregar y sentir.
Ahora cuando la gente comenta: ¡Pedro murió, pobrecito!. Pienso que todos vamos a morir, todos vamos a afrontar la muerte, a los 15 años, a los 50 años o a los 119 años. Pero vamos a morir. Así que el problema no es morir, pues todos pasaremos por eso. Algunos jóvenes, otros aún niños, muchos por enfermedad, cáncer, SIDA, ó por vejez. Todos vamos a pasar factura. Así que ese no es el problema.
El problema es estar muerto en vida, no aprovechar la vida, los sueños. El problema es vivir por inercia. No experimentar la vida.
Ayer, estaba en el metro y veía a cientos de personas, entrando y saliendo, terminando su trabajo, hiendo a sus casas, y me preguntaba cuantas de esas personas, estaban muertas en vida, y vivían por inercia, por lo que otras personas le habían dicho que era la mejor manera de vivir, haciendo lo que no les gustaba, soñando con ser artistas, cantantes, actores, zapateros, mecánicos, jueces, surfistas y trabajando como médicos, computistas, amas de casa.
El mundo esta al revés, hay mecánicos trabajando como médicos, y jueces trabajando como zapateros. Y muchos no son felices, porque no están cumpliendo su misión de vida.
Y la muerte es la que hace que reacciones, no tienes tiempo, ni te constan las otras vidas, solo tienes esta vida, y no la estas aprovechando.
Muertos en vida, hay muchas personas así. Ya están secas. Ya no son capaces de ver un atardecer extasiados, ni pueden sorprenderse con una flor, todo les parece tan gris.
Nacimos en una sociedad que nos enseña que para ser felices tenemos que cumplir con una filosofía: nacer, crecer, estudiar, graduarte en la universidad, trabajar en una compañía prestigiosa, tener mucho dinero, éxito y poder. Casarte con un hombre o mujer exitoso también y tener hijos exitosos. Y somos exitosos para la sociedad, pero estamos muertos en vida, si no somos capaces de ver más allá de esas cosas banales.
Estamos muertos si no somos capaces de ver más allá de un titulo universitario.
Estamos muertos sin no somos capaces de entregar el corazón al amor, amando totalmente.
Estamos muertos si no somos capaces de extasiarnos por la naturaleza, un abrazo, una mirada, una flor, una palabra.
Estamos muertos si pensamos que el matrimonio son dos personas que se pertenecen, se juzgan y no permiten que la pareja crezca.
Estamos muertos si no somos capaces de ver en la otra persona, más allá de sus malos modos, su rabia, su antipatía, un ser humano que ha tenido un mal día, o sufre y está deprimido. ¡Nadie que sea feliz, maltrata, ni hiere a otra persona, está muy ocupada siendo feliz!.
La vida como nos la han enseñado es dura, triste, con robos, asesinatos, envidia, egoísmo, dolor, desamor, pobreza, lucha. Pero lo que hemos olvidado es que en nuestro interior esta ese mundo que podemos crear lleno de amor, alegría, gozo, cariño, abrazos, risas, felicidad, prosperidad, abundancia y dicha. Comenzando por nosotros mismos, construyendo un mundo interno hermoso, podemos comenzar a crear la Venezuela y el planeta tierra que todos deseamos.
El trabajo es duro, pero ya hay gente trabajando en cambiar las cosas. Así que únete.
¿Y la muerte?
Es tu mejor aliada. Gracias a ella, puedes ver que clase de vida quieres tener. Puedes seguir igual, total, morirás y todo se acabará. O puedes vivir cada día como el último realmente. Capas mañana no estés, pero al menos hoy viviste verdaderamente.
Se que los que están enfermos, están muriendo, es fuerte. Es difícil, saber que dentro de poco te iras. Siento el dolor en mi alma. La vida se les va. ¿Pero saben que?, a todos se nos va la vida, y todos moriremos, aunque vivamos hasta los 90 años, moriremos, desapareceremos. Nadie quedará, todos pasaremos por ese momento. Y hay muchos que se van sin saberlo, y dejan de vivir.


Vivan cada día, como el último día.
Marie Rose Indjayan